El proyecto vecinal que los humanistas desarrollamos en el barrio de Tetuán siempre ha tenido como herramienta fundamental la comunicación. Sin embargo, hoy más que nunca, a pesar de la cantidad de medios y redes con las que contamos, la comunicación es necesaria. Es más, aquellos que queremos realmente a la gente, deberíamos ubicar la comunicación personal y directa como prioridad.
En la jornada, trabajamos en equipos e hicimos varios juegos para trabajar la flexibilidad en los puntos de vista.
Primero describimos dos objetos (tangible e intangible) de manera individual y compartimos nuestra descripción. Después, a cada grupo se le dio un objeto y entre quienes formaban parte de cada grupo tuvieron que ponerse de acuerdo en el punto de vista a utilizar y mantenerlo en una descripción compartida.
Terminamos sugiriendo una reflexión personal en la que cada cual escribió qué le diría al mundo si tuviera oportunidad, que es lo mismo que preguntarse, ¿Qué es lo verdaderamente importante?
La comunicación permite flexibilizar puntos de vista. Los otros siempre te ayudan a completar, a recorrer también caminos que uno normalmente no visita. En definitiva, uno aprende mucho.
La comunicación con otros también nos aporta una cierta distancia sobre los objetos, los problemas, la fijeza de enfoques, que muchas veces es lo que precisamente nos impide encontrar salidas o soluciones a los problemas.
Porque cuando alguien comprueba que
el individualismo esquizofrénico no tiene salida y comunica a otros qué es lo
que piensa y qué es lo que siente sin el temor a no ser comprendido, es que en
el interior de ese alguien se está agitando todo nuestro destino.