La profundidad
de la crisis es equivalente a las posibilidades de producir un salto evolutivo
El ser
humano está en peligro. Así lo han confirmado diversas fuentes a la redacción
de Opiniones de Tetuán, asegurando que el sistema en el que “sobrevive” –de
momento- no es apto para su desarrollo ni para la expresión de su esencia: la
libertad.
Parece que los síntomas de lo que hoy estamos
viviendo provienen de un proceso largo, cuyos indicadores de deshumanización
están alcanzando índices verdaderamente peligrosos. Haciendo un esfuerzo por
resumir –sin duda que el tema merece un extenso reportaje- durante algún tiempo
fue sembrada la ilusión de bienestar vinculada exclusivamente al progreso y la
posesión material, a la par que se hacía crecer el individualismo.
Las consecuencias
son monstruosas. El desmantelamiento de los derechos de los trabajadores, de la
sanidad, la educación, la vivienda… Hasta la alimentación se ve amenazada por
la voracidad de un sistema especulativo que arrasa con todos los recursos y
posterga a la gente.
Se intenta mantener a las personas en un estado de superficialidad
alimentado por la posesión de “cosas”, alejados de sí mismas; se intenta
manipular a las poblaciones a través del control de la subjetividad desde los
medios de difusión, hoy convertidos en multinacionales. Y son tales las
presiones y el fomento de los temores irracionales, que parece complicado mirar
más allá de las urgencias y los requerimientos. Preguntarse ¿quién soy?, ¿hacia
dónde voy?, ¿en qué condiciones quiero vivir?
No obstante, algunas personas han comenzado a hacerse este tipo de
preguntas y rápidamente se han dado cuenta que hoy, más que nunca, es posible
que nuestra especie, esa que salió de las cavernas y aprendió a producir el
fuego, logre dar un nuevo salto, de idéntica magnitud. “No hay garantías y la
dificultad es grande, pero vale la pena intentarlo”, aseguran.
Redacción
“Opiniones de Tetuán” -Comunicación
al servicio del ser humano-